La verdad es que no iba a hacer un post de este proyecto, era una tontería y, como mucho, os lo iba a enseñar en redes sociales, pero al final, después de la que lié, os lo cuento. Teníamos un ventilador ya con una edad el pobre y la rejilla estaba un poco despintada. La primera idea fue repintarlo de blanco, pero mmmm… un poco soso ¿no? Además, al estar tan desconchada, había que darle una buena capa para que quedara bien igualado.
Así que dije ¿y si lo pinto de rojo? Seguro que tiene más gracia y al ser un tono más oscuro, los desconchones no se notaran tanto. No, si ya, bien pintado tiene que quedar perfecto, pero seamos realistas, las ratas no somos grandes pintoras.
Así que nos fuimos al chino a por pintura y como no era el chino de siempre, solo había botes grandes y de distintas marcas. Compramos un bote de pintura roja PintyPlus, que ya hace meses que usamos la marca y nos había ido muy bien, y nos fuimos a la ratonera dispuestos a pegarle un cambio de look al ventilador. Desmontamos la rejilla, la lavamos muy bien, cogimos la caja de pintar para no manchar, como siempre, y la metimos dentro para darle primero un par de capas de imprimación y luego la pintura. Nada nuevo.
Todo parecía normal, la pintura tenía muy buena cobertura y un color rojo precioso… peeeeroooo… resultó que no sólo tenía una cobertura magnífica para la rejilla del ventilador sino que también estaba dando una pátina roja preciosa a toda la ratonera. El dosificador del bote grande de pintura no sólo aplicaba la pintura sobre la pieza sino que volatilizaba gran parte de ella por toda la habitación y cuando me quise dar cuenta aquello parecía la matanza de Texas. Todo lo que había alrededor era, de repente, su versión en rosa, incluídos la ropa, la silla y el suelo.
Y claro, como, de buenas a primeras, no me di cuenta del desastre, todo lo que tocaba acababa de nuevo rojo o rosa, sólo hay que ver el ratón del ordenador (suerte que el resto de ratones estaban echando la siesta en su saco). ¡¡Un auténtico horror!! Pero lo peor fue el suelo. No, no sólo cerca de donde pintaba, sino toda la habitación acabó con el suelo rojo. Hasta dos metros más allá, el suelo ya no era del color original. Y eso a penas se notaba hasta que levanté el papel que había puesto para dejar secar las rejillas pintadas. La verdad es que la foto no hace justicia, pero, de repente, el parquet era de dos colores.
Afortunadamente, fregando como si no hubiera un mañana, la mayor parte de la rojez se ha ido, pero me parece que va a pasar un tiempo hasta que el pobre parquet vuelva a ser lo que era. Y bueno, tras todo este berenjenal, os enseño el resultado final del maldito ventilador que, en buena hora, se me ocurrió pintar de rojo.
La verdad es que la pieza del centro la iba a dejar blanca y poner la espiral en vinilo negro, pero claro, la toqué y se volvió rosa por arte de magia así que tuve que pintarla de negro y poner la espiral en blanco. Me habría gustado pintar de rojo también la parte gris de la base pero, no sé por qué, se me quitaron las ganas…
La rejilla no ha quedado perfecta pero sí está mucho mejor y los fallos quedan disimulados. No estaba la cosa como para echar más capas. Ahora a pasar el verano al fresquito del ventilador y a hipnotizarnos con la espiral para que se nos olvide el desastre montado… Aunque va a ser difícil porque todavía queda mucho que limpiar… No se salvó ni un rincón y como en las habitaciones de las escraperas no hay cosas…. pues eso, que os lo podéis imaginar, ahora tenemos una ratonera cuqui rosa.
Evidentemente, el bote de pintura roja queda condenado al ostracismo al fondo del armario hasta que, por alguna razón, nos apetezca darle otra vez un cambio de look a la ratonera o estemos dispuestos a forrarlo todo de plástico antes de empezar a pintar.
Moraleja: cuidado con la pintura en spray que lo mismo te renuevan cosas viejas, que te tiñen hasta las orejas.
¡Hasta otra, ratones!
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